Braverman, considerada del ala dura del partido conservador en el poder, ha sido ministra de Interior apenas 43 días y su salida del ejecutivo de Truss ahonda la crisis gubernamental iniciada el mes pasado con el anuncio de un desastroso paquete económico.
La responsable de Interior alegó como motivo para su dimisión haber usado su cuenta de correo personal para enviar un documento oficial a un colega, un “error” y una “infracción técnica” por la que aceptaba su “responsabilidad”, pero también aseguró que le preocupaban “seriamente” las políticas del gobierno.
“Fingir que no hemos cometido errores, actuar como si nadie pudiera ver que los hemos cometido y esperar que las cosas salgan bien por arte de magia no es una política seria”, escribió.
Grant Shapps, ex-ministro de Transporte con Boris Johnson y apoyo de Rishi Sunak (el otro candidato a liderar a los Tories que perdió frente a Truss) fue nombrado, horas después, como sustituto de Braverman.
Con este nombramiento, la primera ministra aprovecha para mostrar la apertura que se le acusa de perder desde su llegada al poder.
Una nueva controversia vino a sumarse el miércoles por la noche en torno a una votación relativa al cuestionado fin de la moratoria sobre la fracturación hidráulica, una controvertida técnica para producir gas de esquisto.
Chris Bryant, diputado laborista, pidió la apertura de una investigación, explicando que había presenciado escenas de votación forzada dentro de la mayoría parlamentaria y de “acoso”.
Ante el rumor de que el jefe y el vice-jefe de filas (encargados de velar por la disciplina del partido) habrían renunciado en protesta por el brusco cambio de táctica del gobierno en la votación, que finalmente ganó Truss, Downing Street publicó un comunicado desmintiendo las dimisiones.
Rechazada por la opinión pública y cuestionada dentro de su propio partido, la dirigente conservadora aseguró el miércoles en una comparecencia ante el parlamento británico que pretende mantenerse en el cargo.
“Soy una luchadora, no alguien que abandona” y “estoy dispuesta a tomar decisiones difíciles”, insistió, pese al humillante abandono de casi la totalidad de las medidas que componían su plan económico.
A finales de septiembre, su ahora ex-ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, había presentado un paquete de medidas económicas constituido de recortes de impuestos masivos y un colosal apoyo a las facturas energéticas, dos cuestiones que hicieron temer un descalabro en las cuentas públicas.
La libra cayó a su nivel más bajo histórico, los rendimientos de los bonos de Estado a largo plazo se habían disparado y el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir para impedir que la situación no degenerara en una crisis financiera.
“¿Por qué sigue aquí?”, le cuestionó el miércoles el líder de la oposición, el jefe de los laboristas Keir Starmer, en el parlamento.
Jeremy Hunt, el nuevo ministro de Finanzas, anunció el lunes la marcha atrás de la casi totalidad de los recortes de impuestos presentados por su predecesor.
Pese a que la inflación se situó en el 10,1% interanual en septiembre, su nivel más alto en 40 años, Hunt quiso tranquilizar a los británicos diciendo que las jubilaciones se ajustarán al alza de los precios.
“Este gobierno da prioridad a los más vulnerables al mismo tiempo que aporta estabilidad económica”, afirmó, advirtiendo de que, no obstante, será necesario ahorrar en el gasto público.
Pese a que la situación política sigue siendo caótica, los mercados se mostraron más tranquilos y el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacó el regreso a la “disciplina presupuestaria”, en un momento en que acecha la recesión.
Tras un sondeo de YouGov, sólo uno de cada diez británicos y uno de cada cinco electores del Partido Conservador tiene una opinión favorable de Liz Truss.
A 2 años de las próximas elecciones parlamentarias, la oposición laborista aventaja claramente a los conservadores en los sondeos.
Seis diputados de su partido ya han exhortado públicamente a Truss a que deje el cargo, pero a falta de un sucesor claro, los conservadores son cautelosos a lanzarse en un nuevo y desgastante proceso para designar un líder.
“No creo que lanzarnos a una nueva campaña, deshaciéndonos de otro primer ministro, vaya a convencer a los británicos de que pensamos en ellos” advirtió el ministro de Relaciones Exteriores, James Cleverly, a la cadena Sky News.
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